MADRID 15 Sep. (EUROPA PRESS) -
Miles de personas han salido a las calles este fin de semana en la capital de Honduras, Tegucigalpa, y en distintos puntos del país para apoyar a la presidenta, Xiomara Castro, en medio del escándalo que ha estallado en el país centroamericano por los vínculos de su cuñado con el narcotráfico.
"Con profundo amor patrio, el pueblo revolucionario se movilizó desde diferentes departamentos del país, como una muestra de respaldo a las acciones determinadas de nuestra presidenta Xiomara Castro en defensa de la soberanía y en beneficio de las mayorías", ha señalado el Gobierno en la red social X.
La presidenta hondureña ha asegurado en un discurso pronunciado el sábado que el partido Libertad y Refundación (Libre) logrará "otra victoria" de cara a las elecciones generales previstas para noviembre de 2025, ya que tiene "de su lado" al pueblo de Honduras.
"Sin un solo disparo los derrotamos contundentemente y la narcodictadura corrupta de JOH (el expresidente hondureño Juan Orlando Hernández) y cruel del Partido Nacional y sus aliados fue vencida", ha indicado en su discurso.
"Quiero garantizar que en 2025 tendremos elecciones limpias y transparentes", ha subrayado, agregando que no permitirán que el "decadente bipartidismo", en alusión al opositor Partido Nacional, vuelva a "hacer fraudes electorales".
Castro denunció a finales de agosto que se estaba fraguando un "golpe de Estado" contra su Gobierno un día después de ordenar la ruptura del tratado de extradición con Estados Unidos al denunciar "la injerencia e intervencionismo" estadounidense.
Las próximas elecciones en Honduras se producirán en un contexto de tensión después de la dimisión del ministro de Defensa y sobrino de la presidenta, José Manuel Zelaya, quien renunció al cargo tras admitir que su padre, Carlos Zelaya, tuvo un encuentro en 2013 con narcotraficantes que le ofrecieron dinero para la campaña electoral del partido Libre.
El escándalo se produjo días después de que Castro anunciara la anulación del citado tratado de extradición en represalia a unas declaraciones de la embajadora norteamericana, Laura Dogu, en las que criticaba las relaciones del Gobierno hondureño con el Gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro.